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Difusión de filatelia, numismática y otros coleccionismos

Mi vida postal con luces y sombras

Día 25 de diciembre de 2022, Navidad. Un artículo que merecía una fecha destacada.

Escrito por Agustín Alberto de León. Presidente de la Federación Canaria de Sociedades Filatélicas

Con vuestro permiso, voy a narrarles los avatares acaecidos en mi larga y sufrida existencia (hoy cumplo 168 años). Seria descortés hacerlo, sin presentarme previamente. Me puedo describir así:

1854-15 de noviembre. Carta circulada desde Santa Cruz de Tenerife en las Islas Canarias a La Habana, en la isla de Cuba. Al frente, marca comercial en azul y manuscrito “Por vapor D. Fernando el Católico”. (Buque correo de la armada Española). Franqueada con ejemplar de un real azul de la emisión del 01.11.1854. Matasellos de parrilla en color negro y fechador del tipo I de fecha 15.11.1854, en color rojo. A la llegada a La Habana, multada inicialmente con 4 reales de plata, anulado posteriormente, al conocer la nueva tarifa, superponiéndole al porte la marca “FRANCO”, dentro de un ovalo, en color azul. Al dorso, fechador Baeza de La Habana, en rojo a la llegada, de fecha 02.12.1854

Mi existencia comienza el 15 de noviembre de 1854, cuando mi remitente se acerca a las oficinas de correos en Santa Cruz de Tenerife, y paga 1 real por mi transporte a La Habana. Como justificante del pago me adhieren un sello, cuyo valor de 1 real había sido emitido específicamente para una carta sencilla, con un peso hasta ½ onza, (tarifa 01.11.1854) para la ruta de España con las Antillas españolas, transportada por barco español.

Se daba la circunstancia de que la antigua tarifa de 5 reales, en vigor desde el 01.01.1850, había sido sustituida con fecha 01.11.1854 por la nueva tarifa de 1 real, con lo que mi remitente se llevó una gran alegría y un importante ahorro de 4 reales que gastó en vino a mi salud.

Fui depositada en la saca de Correos, e inmediatamente transportada, en unión de mis compañeras de viaje embarcadas en Tenerife, en el buque “D. Fernando el Católico” recién llegado al puerto de Santa Cruz de Tenerife, proveniente de Cádiz, de donde había salido el 12.11.1854, me unieron al resto de mis compañeras de viaje que habían embarcado en Cádiz y partimos inmediatamente, muy eufóricas a hacer las Américas.

Después de un agitado viaje, en las que algunas nos habíamos mareado y mojado por el fuerte temporal, llegamos al puerto de La Habana, donde tanto a mí como a mis compañeras de viaje, nos dieron un exquisito trato Vips, otorgándonos preferencia de desembarque, antes incluso que a los pasajeros, y fuimos llevadas con premura a las oficinas de correos, donde llegamos a las 12.00 de la mañana.

En el camino, habíamos sido escoltadas por los habitantes de La Habana con mucha ansiedad y alegría, dado que llevaban un mes sin recibir noticias de sus familiares.

El anterior buque, “El Velazco”, había zarpado de Cádiz el día 12.10.1854. A partir de ese día, se nos siguió recogiendo en Correos con el antiguo franqueo de 5 reales hasta el día 01.11.1854 que, tras las nuevas tarifas aprobadas, comenzamos a ser aceptadas con el franqueo de 1 real, pero al final, a todas nos metieron en la misma saca de Correos sin distinción de clase ni condición.

Acontecía que, a la llegada del buque “D. Fernando el Católico” a La Habana, las nuevas tarifas, aun no habían sido recibidas ni publicadas en las Antillas (este era el primer buque llegado después de su publicación en España).

Los funcionarios abren las sacas y nos dan la bienvenida, e inmediatamente comienzan a secarnos y clasificarnos, encontrándose perplejos con un gravísimo problema. Muchas de mis compañeras de viaje portaban en su frente  franquicias, franqueos de 5 reales, otras como yo, de 1 real, e incluso algunas llegaron con portes insuficientes de 6 y 4 cuartos, según describieron algunos periódicos al día siguiente.

Mi destinatario y los destinatarios de mis compañeras comenzaron a reclamar airadamente y a alborotar impacientes ante las oficinas de Correos, por su ansias de recibirnos. Los funcionarios, prestos, comenzaron a tratarnos como estafadoras y a multarnos a  todas las que no llevábamos el franqueo por ellos conocido de 5 reales. Nos sentimos vejadas por el trato bochornoso y denigrante hacia nosotras.

Pasadas unas horas, supimos que el Gobernador General, que había recibido la Orden con las nuevas tarifas, las comunicó al Administrador de Correos y este a sus subalternos. Inmediatamente estos, nos pidieron disculpas por la ofensa y comenzaron a anular las multas que previamente nos habían impuesto. Todo este trabajo fue exhaustivo y no se terminó hasta las 8.00 de la noche, acompañados en todo momento del gran tumulto causado por los destinatarios que en masa se agolpaban a las puertas de Correos.

Una vez cumplida mi misión, y desvelado mi contenido al destinatario, pasé a reposar en la oscuridad de un cajón bastantes años, hasta que un día, un ávido filatélico me encontró y me rescató de la oscuridad, dándome nueva vida y haciéndome formar parte del nuevo mundo de la filatelia como parte de la Historia Postal,

Ya hace más de 60 años, me examino el prestigioso experto Jorge Ginovart, y me garantizó como autentica, estampando su firma en mi frente. En 1984 fui examinada de nuevo por otro especialista, Enrique Soro Bergua, quien dio la cara por mí y me avaló por segunda vez.

En 2009, pasados quince años, me sacó a subasta una importante casa filatélica, haciéndome el honor de presentarme en portada, como la pieza más importante de la subasta. No logró mi venta, quizás por su precio o desconocimiento de los compradores de mi verdadera rareza, y volví a la colección de mi antiguo propietario. Su falta de venta dio inicio a murmuraciones sobre si podía presentar ciertas dudas de autenticidad.

En 2015, fui subastada nuevamente por otra firma comercial. Me describieron garantizada por un certificado de una prestigiosa firma de expertos. Mi actual propietario pujó mucho por mí y le fui adjudicada. A los pocos días la subastadora lo llamó para indicarle que el certificado que se describía en la subasta, había sido un “lapsus” de imprenta y la casa de expertos indicada, se abstenía de realizar el certificado solicitado. Ya que mi futuro comprador creía en mi inocencia y rareza, acordaron una reducción de precio y pasé a formar parte de su colección.

En 2016 mi dueño comenzó a luchar para conseguir mi público reconocimiento. Contactó con su buen amigo y especialista José Maria Sempere y este comenzó a realizar una investigación, que después de desnudarme, concluyó con un brillante informe, tras haber examinado, con la colaboración de Ernesto Cuesta, los diarios publicados en La Habana, en los días 2 al 5 de diciembre de 1854 celosamente guardados en la biblioteca del Congreso en Washington. Este estudio se culminó con un certificado de autenticidad emitido por José María Sempere.

Participé en la exposición Exfilna-2022 celebrada en Irún, formando parte de la colección de mi dueño, a la que galardonaron con el “Gran Premio de la Exposición en clase Maestra”. En ella, sugirieron a mi dueño, que dado el nivel de su colección y el hecho de que las tres personas que me habían autentificado habían fallecido, quizás sería el momento de solicitar una nueva evaluación de un experto, para evitar cualquier duda en el futuro.

Hoy, este salvoconducto ha sido expedido, evitándome para el futuro oír los murmullos a mi paso, tal como se me venía ultrajado desde 2009, y me paseo segura y orgullosa dentro de la colección de mi dueño.

Después de narrar esta historia, hago balance de los logros de mi existencia:

Cumplí mi misión principal, portando mi contenido desde mi remitente en Tenerife a mi destinatario en La Habana.

Viajé en el primer buque correo que partió de España hacia Cuba, tras  emitirse este sello y portando en mi frente un ejemplar de un real, cuyo fin especifico era el franqueo de las cartas con este destino.

Este hecho, me confiere la rareza propia de un primer día de emisión.

Tengo el honor de ser, hasta hoy, la única carta conocida con el sello de un real de la emisión del 01.11.1854 circulada desde las Islas Canarias a Cuba.

Ya restituido mi honor, descanso cómodamente en la colección de mi actual dueño, donde me siento querida, mimada y admirada.

A mi dueño agradezco que haya luchado para defender mi honorabilidad y darme el derecho a codearme con las grandes piezas filatélicas de este periodo.

Doy las gracias a todos los que me han apoyado y ayudado hasta lograr el reconocimiento de la veracidad de mi historia.

15.11.2022 (Fecha de redacción del artículo)

Agustin Alberto de León

Certificado de autenticidad

2 thoughts on “Mi vida postal con luces y sombras

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